Desde chicos nos enseñan el refrán “no pongas todos los huevos en la misma canasta”. Esto tiene lógica en muchos ámbitos de la vida, incluidas las inversiones.
Hoy en día es muy fácil diversificar nuestras inversiones. Podemos diversificar en la selección de empresas a través de fondos de inversión, índices o armando una canasta nosotros mismos. También podemos diversificar en el timing de entrada, a través de compras programadas y automatizadas. Haciendo inversiones recurrentes en un índice como el S&P 500, un inversor no profesional puede acceder a una diversificación de empresas y de timing, a un muy bajo costo. Muchos no precisan más que eso para lograr sus objetivos de largo plazo.
En cambio, el inversor profesional debería buscar oportunidades donde tiene las chances a su favor y concentrar allí sus inversiones, ya que hay un punto en el cual la diversificación empieza a ser contraproducente.
“Students learn that the whole secret of investment is diversification, that is the mantra. They’ve got it exactly backward. The whole secret of investment is to find places where it’s safe and wise to non diversify. It’s just that simple. Diversification is for the less experienced investor, it’s not for the professional.”1 – Charlie Munger
El concepto de “diworsification” es un término creado por Peter Lynch que sugiere que cuando diversificamos demasiado el rendimiento empeora en vez de mejorar. Lynch daba el ejemplo de las empresas que se expanden en demasiadas verticales, destinando tiempo, energía y recursos. Estas pierden el foco y descuidan su actividad principal.
Lo mismo puede pasar con un portafolio de inversión. Al abarcar demasiados activos se reduce la importancia de cada inversión y tomamos decisiones sin la adecuada investigación y convicción.
En el caso puntual de las acciones, los datos apuntan a que los beneficios de la diversificación se pierden luego de aproximadamente 25 acciones. A su vez, cuantas más acciones tengamos más parecido va ser el rendimiento al de los índices, con lo cual no hace sentido el costo mental ni transaccional implícito.
Algunas ideas para repensar el concepto de diversificación:
Los “20 slots” de Warren Buffett
Warren Buffett sugiere que imaginemos un caso hipotético; en el transcurso de nuestras vidas solamente podemos hacer 20 inversiones en total. Si este fuera el caso, Buffett comenta que pensaríamos detenidamente cada inversión, seríamos selectivos y nos enfocaríamos en buscar las mejores oportunidades en las que tengamos una verdadera convicción. El concepto refleja los beneficios de limitar la cantidad de inversiones.
Diversificación significa aceptar altibajos temporales.
Al diversificar, siempre habrá algunas inversiones que no están rindiendo tan bien como otras, en ciertos momentos. Esto es normal por definición y es algo que debemos aceptar; debemos estar dispuestos a perder para ganar.
Concentrar para incrementar nuestro patrimonio, diversificar para conservarlo.
No diversificar puede ser una buena estrategia para quienes buscan aumentar su patrimonio rápidamente. Por ejemplo, Elon Musk, la persona más rica del mundo, logró prácticamente toda su fortuna con una única inversión: Tesla. En cambio, diversificar es más útil para quienes quieren proteger su patrimonio, ya que minimiza el resultado total de una mala inversión puntual. Sin embargo, a veces diversificar no es suficiente.
Diversificación no es lo mismo que resiliencia.
Tener varias inversiones diferentes no siempre significa que nuestro portafolio sea resiliente. La resiliencia significa que pase lo que pase en la economía o en nuestras vidas personales, estaremos preparados para afrontar los desafíos. En nuestras inversiones, la calidad es más importante que la cantidad.
Un paso más, la Antifragilidad
En su libro “Antifrágil: Las cosas que se benefician del desorden”, Nassim Taleb introduce el término para describir empresas o individuos que no solo resisten el estrés sino que se fortalecen y mejoran como consecuencia. Define a la fragilidad como algo que se daña o rompe fácilmente bajo presión, como un vaso. La resiliencia a algo que resiste el estrés sin cambios, como un puente que soporta terremotos. Y por último, la antifragilidad; aquello que resiste el estrés pero además lo utiliza para crecer y mejorar. Por ejemplo, los músculos al entrenar.
Podemos intentar invertir en empresas que sean antifrágiles, construir portafolios antifrágiles pero también podemos buscar serlo nosotros mismos con nuestras finanzas personales. Esto significa no tener deudas significativas, mantener un fondo de emergencia y varias fuentes de ingresos.
“It is far easier to figure out if something is fragile than to predict the occurrence of an event that may harm it”2. – Nassim Taleb
Está bien poner los huevos en distintas canastas, pero hay que asegurarse de que sean buenas canastas y entender que únicamente tenemos dos manos para llevarlas.
“Cuanto más pones en el plato, más fácil es esconder. Cuanto más quitas, no hay dónde esconderse: tiene que ser bueno.”
Wylie Dufresne, Chef.
Ec. Manuel Bordaberry
mbordaberry@paullier.com
Los estudiantes aprenden que el gran secreto de la inversión es la diversificación, ese es el mantra. Lo tienen completamente al revés. El verdadero secreto de las inversiones es encontrar lugares donde sea seguro y prudente no diversificar. Es así de simple. La diversificación es para los inversores menos experimentados, no para los profesionales. ↩︎
Es mucho más fácil determinar si algo es frágil que predecir la ocurrencia de un evento que pueda dañarlo. ↩︎
Tomar una decisión implica seleccionar una opción entre varias alternativas para resolver una situación. Aunque enfrentamos en promedio unas 35.000 decisiones al día, alrededor del 99%, son automáticas1, lo que significa que solo el 1% de las decisiones las tomamos de manera consciente y deliberada.
Existen numerosas teorías que descomponen el proceso de toma de decisiones en pasos específicos. Sin embargo, al aplicar la neurociencia a estos estudios, se ha revelado que las emociones juegan un papel crucial en nuestras elecciones.
Por un lado, nuestras decisiones están influidas por sesgos cognitivos, que se desarrollan a partir de nuestra cultura y educación. Por otro lado, las experiencias personales también moldean nuestra manera de actuar. Además, factores emocionales como el estrés o la euforia pueden tener un impacto significativo en el proceso de toma de decisiones.
Entender la psicología humana que actúa en el proceso de toma de decisiones es un área de estudio que está subestimada y representa ventajas exclusivas para aquellos inversores más racionales.
El Premio Nobel Daniel Kahneman (1934 – 2024) describe dos modos de pensamiento que denomina “Sistema 1” y “Sistema 2”. El primero es rápido, automático e intuitivo, operando prácticamente sin esfuerzo consciente. Se activa cuando se requiere una decisión inmediata y se basa principalmente en la experiencia de la persona. En contraste, el sistema 2 es lento, consciente y deliberado y se usa para procesos más complejos de decisión, que requieran razonamiento y reflexión.
The automatic operations of System 1 generate surprisingly complex patterns of ideas, but only the slower System 2 can construct thoughts in an orderly series of steps.2
– Daniel Kahneman in Thinking, Fast and Slow
En el ámbito financiero las decisiones pueden ir desde como invertir los ahorros personales o empresariales hasta la elección de formas de pago de las deudas, haciendo que la toma de decisiones adquiera impacto significativo en el bienestar financiero.
Alrededor de una decisión, se encuentran factores que están dentro y fuera de nuestro control. Como afirma Barry Ritholtz, es importante centrarse en aquellos que sí podemos manejar, considerando nuestros objetivos y recursos disponibles.
Cuatro aspectos concretos en los que podemos centrarnos:
METAS Y OBJETIVOS FINANCIEROS Es importante tener claros los objetivos de corto y largo plazo que tenemos, para evaluar si una decisión nos acerca o aleja de los mismos.
PRESUPUESTO Y FLUJO DE EFECTIVO Es fundamental visualizar esto para la correcta toma de decisiones. Debemos saber el dinero que tenemos disponible y nuestras necesidades, para que los flujos estén alineados.
RIESGO Y RECOMPENSA Debemos preguntarnos ¿Qué nivel de riesgo que estamos dispuestos a asumir para una determinada recompensa?
INVESTIGAR E INFORMARNOS Investigar y educarnos sobre las diferentes opciones disponibles es clave. Esto nos permitirá tomar decisiones fundamentadas y evitar errores que podrían terminar siendo muy costosos.
Las decisiones financieras son un componente crítico en la construcción de una base económica sólida y en la consecución de objetivos financieros. Ya sea a nivel personal o empresarial, una toma de decisiones bien fundamentada y estratégica puede marcar la diferencia entre el éxito y el fracaso. Invertir tiempo en la educación financiera, buscar asesoramiento profesional y mantener una perspectiva de largo plazo son pasos fundamentales para asegurar que las decisiones financieras contribuyan positivamente al bienestar y crecimiento económico.
“I insist on a lot of time being spent, almost every day, to just sit and think. (…) I read and think. So I do more reading and thinking, and make less impulse decisions than most people in business.”3
Warren Buffett
Cra. Elisa Chiarino
echiarino@paullier.com
Según un estudio realizado por la consultora Lightspeed Research a pedido de Huawei en 2018. ↩︎
Las operaciones automáticas del Sistema 1 generan patrones de ideas sorprendentemente complejos, pero solo el más lento Sistema 2 puede construir pensamientos en una serie ordenada de pasos. “Pensar rapido, pensar despacio” Daniel Kahneman.↩︎
“Insisto en dedicar mucho tiempo casi todos los días, solo para sentarme y pensar. (…) Leo y pienso. Así que leo y pienso más, y tomo menos decisiones impulsivas que la mayoría de las personas en los negocios.” ↩︎
Hace poco Roger Federer dio un discurso en la graduación de Dartmouth College en el cual mencionó un dato muy interesante. En 1.526 partidos jugados, Federer ganó casi el 80% de los partidos. Sin embargo, el porcentaje de puntos ganados fue solamente el 54%.
La enseñanza que transmitió fue que la perfección es imposible y que los mejores del mundo, en cualquier ámbito, no son los mejores porque ganan siempre sino porque saben que perderán muy seguido y han aprendido a lidiar con esta realidad.
Tener esta mentalidad no es para nada fácil. Daniel Kahneman, psicólogo y economista ganador de un premio Nobel, argumenta que el ser humano es más sensible a las pérdidas que a las ganancias; el dolor psicológico de perder es cerca del doble que el placer de una ganancia de igual magnitud.
Esto pone al inversor en un dilema, ya que necesitamos perder para ganar, ¿por qué?
El S&P 500 ha tenido un rendimiento histórico anualizado cercano al 10%. Al mismo tiempo, en promedio, ha caído 10% una vez al año, 15% cada dos, 20% cada cuatro y 30% cada diez años. Por ende, para obtener los frutos de largo plazo de esta inversión un inversor debió de soportar estas pérdidas temporales.
Curiosamente, el resultado diario del S&P 500 ha sido positivo el 52.4% de los días, históricamente, pero ha sido positivo el 80% de los años, tal cual los números de Federer:
Cuando vemos dentro del S&P 500, aparece otra característica. Entre 1980 y 2014 el 40% de las acciones del S&P 500 perdieron valor, el 64% no superó la rentabilidad promedio del índice y solo el 7% de las empresas explicó casi la totalidad del resultado del S&P 500. O sea, si vemos dentro del índice vemos en su mayoría perdedores, por más que el resultado del índice haya sido muy bueno. Este año es un ejemplo de esta característica.
Por otro lado, los portafolios de inversión se estructuran de tal manera que los activos agreguen diversificación. Es decir, se buscan agregar activos que además de dar retornos positivos, no tengan correlación entre sí. Esto quiere decir que cuando algunas inversiones andan bien, tal vez las otras no, o por lo menos no respecto a las otras.
Soportar estas pérdidas temporales, o relativas a otras inversiones, es necesario para ganar.
Entonces, ¿qué podemos hacer? Algunas ideas.
(1) RECONOCER LAS CARACTERÍSTICAS DE LOS MERCADOS FINANCIEROS.
Un primer paso es reconocer cómo funcionan los mercados financieros y aceptar que perder es una característica. De esta forma, podemos anticiparnos y no sorprendernos cuando estas pérdidas ocurran en el futuro. Por otro lado, es importante entender la diferencia entre perder en el corto plazo y en el largo plazo; volatilidad no es lo mismo que riesgo.
Las acciones son riesgosas en el corto plazo, ya que su volatilidad impredecible hace que si precisamos liquidar nuestras inversiones tal vez no sea un buen momento y nos veamos perjudicados. Sin embargo, para un inversor con objetivos de largo plazo el riesgo es justamente no tener exposición al mercado accionario:
(2) LA CONSISTENCIA ES MÁS IMPORTANTE QUE LA PERFECCIÓN.
La gestora Pimco tiene un término llamado “Strategic Mediocrity”, la cual significa que nunca son el número uno en un año en particular, pero sobreviven más tiempo que el resto con lo cual eventualmente terminan primeros. La consistencia es más importante que intentar ser el mejor.
Cada año escuchamos de las inversiones que están de moda; las que están teniendo un buen retorno en el año y las cuales vemos en las noticias. Perseguir cada año esas inversiones es difícil, ya que precisamos tener un buen timing de entrada y de salida. Lo único seguro es que aumentan nuestros costos de transacción.
Como resume Ben Carlson“una buena estrategia de inversión que podemos mantener por mucho tiempo, es muy superior a una brillante, que no podemos mantener. La perfección es el enemigo del comportamiento del inversor”.
(3) EL TAMAÑO DE CADA INVERSIÓN ES CLAVE.
Stanley Duckenmiller dice que no importa si ganas o perdés, sino cuánto es que ganas y cuanto es que perdes en cada caso. Por esta razón, tiene sentido prestar mucha atención al tamaño y exposición de cada posición dentro del portafolio.
Si el 1% de nuestro portafolio estuvo invertido en Netflix durante los últimos 20 años, las ganancias son sustanciales. Si el 1% estaba en Blockbuster, es irrelevante.
“La naturaleza humana hace que a muchas personas les resulte difícil aceptar que un ingrediente esencial del éxito de las inversiones es estar dispuesto a aceptar algunas pérdidas.”
Invertir es un proceso complejo que va más allá del análisis de números y rendimientos. La psicología juega un papel crucial en la toma de decisiones: experiencias y factores emocionales inciden sobre nuestra aversión al riesgo, definiendo así, nuestro Perfil.
Si bien muchos pueden analizar los datos de una empresa y evaluar si es una buena inversión, no todo el mundo puede tolerar estar invertido en ella, con las fluctuaciones que pueda tener su valuación.
Nuestro comportamiento y nuestros objetivos definen el Perfil de riesgo, y éste debe definir nuestra Estrategia, eso es, la composición de nuestro Portafolio de inversión.
EL PERFIL DE RIESGO
El “Perfil de riesgo” del inversor resume su disposición y capacidad para asumir riesgos. Este puede variar a lo largo de los años, según experiencias, o según cual sea el objetivo con ese capital ahorrado. Quizás tengamos tolerancia a la volatilidad, pero vamos a necesitar esos fondos en el corto plazo, entonces no tiene sentido asumir mas riesgo; o por el contrario, puede que estemos armando un portafolio para el largo plazo pero las fluctuaciones de precio nos afectan, y preferimos algo de menor retorno y menor volatilidad.
En el sector financiero suelen utilizarse cuestionarios que ayudan al asesor a interpretar cual es el perfil de cada cliente, y por tanto, poder ofrecerle un portafolio acorde.
En Uruguay, el regulador -Banco Central- exige a las instituciones financieras asignar un Perfil y Estrategia a cada cliente, y monitorear que ésta no se desvíe, es decir, que no invierta con un riesgo mayor al que está dispuesto a tolerar. Con esto se busca proteger al inversor, que a veces no tiene conocimiento de los riesgos asociados a cada inversión, y simplemente confía en su asesor, o en algún amigo, y cualquiera de ellos puede tener las mejores intenciones, pero una aversión al riesgo distinta de la suya. Nosotros hemos definido cuatro Perfiles de riesgo, cada uno con su Estrategia, en los cuales categorizamos a los clientes: Conservador, Moderado, Dinámico, y Crecimiento.
LA ESTRATEGIA DE INVERSIÓN
Cuando hablamos de Estrategia nos referimos a cómo distribuimos el portafolio entre las diferentes clases de activos; que porcentaje invertimos en acciones, en bonos, en inversiones alternativas y/o money market.
Si bien dentro de cada categoría puede haber activos más o menos riesgosos (por ejemplo, no es lo mismo comprar acciones del S&P 500 que de 1 empresa pequeña), normalmente las Estrategias Conservadoras están asociadas a una mayor proporción de bonos de buena calidad crediticia y efectivo, y las Estrategias que denominamos “Crecimiento” se asocian con una mayor proporción de acciones.
Como hemos comentado en nuestro artículo “¿Llegó el momento de la Renta Fija?” las circunstancias del mercado cambian, y los porcentajes que se asignan a los distintos tipos de activos pueden también sufrir modificaciones. De todas formas, siempre se mantendrán diferencias relativas, entre las distintas Estrategias.
Estrategia Conservadora: Prioriza la conservación del capital y la liquidez por sobre la rentabilidad. Está centrada en Bonos de buena calificación crediticia (con grado inversor o mejor), Fondos de Renta fija, y Letras de Tesorería.
Estrategia Moderada: Prioriza la conservación del capital por sobre la rentabilidad, pero con una perspectiva de mediano o largo plazo, tolerando variaciones en el corto plazo. Abarca variedad de instrumentos, entre ellos Bonos, Fondos de Renta fija, Fondos de Acciones, Letras de Tesorería, etc.
Estrategia Dinámica: Prioriza la rentabilidad de largo plazo, admitiendo volatilidad en el corto plazo, así como inversiones de menor liquidez. Abarca amplia variedad de instrumentos financieros, con foco en Acciones, Commodities, Bonos y Fondos que inviertan en estas categorías.
Estrategia Crecimiento: Su objetivo es maximizar el crecimiento del capital a largo plazo, con una rentabilidad igual o superior al mercado accionario, tolerando la volatilidad. Admite todo tipo de instrumentos; normalmente tendrá foco en Acciones, Fondos de acciones, balanceados, o de alternativos, así como Opciones o Futuros.
Una estrategia no es mejor o peor que otra, sino que es adecuada o no, para cada inversor, en cada etapa de su vida. Es tanto o más importante discernir cual es el Perfil de inversión de nuestro cliente, como lo es analizar y seleccionar los mejores activos dentro de cada categoría, y los porcentajes de asignación según cada estrategia.
Creo que el inversor ideal debería tener varias cualidades. Por un lado, contar con un conocimiento básico de matemática, estadística y probabilidad. También conocer sobre la historia y sobre cómo funciona el mundo de hoy en día. Además, entender sobre los mercados financieros y sobre los distintos retornos y riesgos asociados a cada clase de activo.
Pero por otro lado -y seguramente la cualidad más importante-, necesita dominar su propio comportamiento; saber manejar las emociones. Peter Lynch una vez comentó que “al final del día, no es el mercado de valores y ni siquiera las propias empresas las que determinan el destino de un inversor; es el inversor.”
Seguramente estemos en el mejor momento en la historia para ser un inversor individual. Gracias a los avances de la industria financiera, hoy se ha democratizado el acceso a las inversiones, se han incrementado la cantidad de productos disponibles y los costos han disminuido dramáticamente. A su vez, el acceso a la información está al alcance de la mano. Pero esta facilidad de inversión es un arma de doble filo.
En un mundo donde hay abundancia de información, infinitas alternativas de inversión y donde es muy fácil transaccionar, lo más importante es lograr separar el ruido y las emociones para tomar buenas decisiones de inversión. ¿Pero cómo? Tal vez, dominando el sesgo de acción.
Encontramos una buena comparación en los goleros de fútbol. Un estudio publicado en la Revista de Psicología Economica (2007), muestra como a pesar de que tienen más probabilidad de atajar un penal si se quedan quietos en el centro, en el 94% de los casos no lo hacen, ya que están incentivados a actuar. Pueden leer más aquí.
El sesgo de acción es la presión emocional de “hacer algo” frente a hechos relevantes. Con la abundancia y velocidad de la información, la realidad es que caemos en la trampa de que está pasando algo relevante todos los días y por ende, “debemos actuar”. Como las inversiones generalmente tienen precios diarios o en tiempo real, los movimientos de los activos pueden presionarnos a actuar. Esto no sucede con activos privados donde no hay una cotización todos los días, como una empresa privada o un inmueble.
Es muy difícil evitar este sesgo, ya que no hacer nada es contraintuitivo. En muchas áreas te premian por actuar, pero no en el mundo de inversiones. Si querés mejorar tu estado físico, tenés que moverte. Si querés mejorar en un deporte o instrumento musical, tenés que practicar. Pero si querés mejorar como inversor seguramente lo mejor es no hacer nada.
Este slogan resume la idea en pocas palabras.
*Tomado de FUNDSMITH, una gestora de fondos de inversión del Reino Unido enfocada en acciones.
Un tipo de sesgo de acción es el FOMO (por sus siglas en inglés “Fear Of Missing Out”). Esto es cuando tomamos decisiones emocionales, sobrevalorando el potencial de una nueva idea de inversión, y muchas veces pagando un precio más alto para no “quedarnos afuera”.
En un mundo en el cual las nuevas ideas de inversión son compartidas rápidamente, como la inteligencia artificial o las criptomonedas, no tener miedo de perderse de una inversión es muy importante. Esto es más difícil de lograr cuando escuchamos cuentos de como otros inversores están ganando mucho con alguna inversión puntual, y no nos queremos quedar afuera de la oportunidad.
Algo que puede ayudar es tener claro nuestro objetivo. Una acción puede estar apreciándose exponencialmente, pero el mercado accionario es una misma cancha donde juegan distintos tipos de jugadores. Tal vez los compradores de esta acción tengan un horizonte de inversión de corto plazo. Lo importante es tener claro nuestro propio horizonte de inversión, y no confundir señales de otros jugadores del mercado que capaz tienen un horizonte distinto al nuestro. Tener un plan y automatizar nuestras inversiones puede ayudar tambien.
Una buena inversión no se trata necesariamente de tomar buenas decisiones. Se trata de no cometer errores constantemente.
Morgan Housel
Tener paciencia y resistirnos a la tentación de tomar acciones innecesarias no significa no actuar nunca. Warren Buffett, es un buen ejemplo. Hay una buena comparación que dijo una vez, que invertir es como un partido de béisbol en el cual no te penalizan por quedarte quieto si la pelota no viene directo al bate; donde podes esperar la oportunidad. Buffett es conocido por pensar, analizar y comparar inversiones por mucho tiempo, pero cuando encuentra una inversión donde cree que tiene las chances a su favor, invierte decididamente: “las oportunidades vienen infrecuentemente. Cuando llueve oro, saca el balde, no el colador“.
La industria financiera se ha transformado en un arma de doble filo, en el cual si logramos controlar nuestras emociones, es el mundo ideal de inversión.
“(El Mercado) no te paga por la actividad, solo te paga por tener razón.”