Invertir es un proceso complejo que va más allá del análisis de números y rendimientos. La psicología juega un papel crucial en la toma de decisiones: experiencias y factores emocionales inciden sobre nuestra aversión al riesgo, definiendo así, nuestro Perfil.
Si bien muchos pueden analizar los datos de una empresa y evaluar si es una buena inversión, no todo el mundo puede tolerar estar invertido en ella, con las fluctuaciones que pueda tener su valuación.
Nuestro comportamiento y nuestros objetivos definen el Perfil de riesgo, y éste debe definir nuestra Estrategia, eso es, la composición de nuestro Portafolio de inversión.
EL PERFIL DE RIESGO
El “Perfil de riesgo” del inversor resume su disposición y capacidad para asumir riesgos. Este puede variar a lo largo de los años, según experiencias, o según cual sea el objetivo con ese capital ahorrado. Quizás tengamos tolerancia a la volatilidad, pero vamos a necesitar esos fondos en el corto plazo, entonces no tiene sentido asumir mas riesgo; o por el contrario, puede que estemos armando un portafolio para el largo plazo pero las fluctuaciones de precio nos afectan, y preferimos algo de menor retorno y menor volatilidad.
En el sector financiero suelen utilizarse cuestionarios que ayudan al asesor a interpretar cual es el perfil de cada cliente, y por tanto, poder ofrecerle un portafolio acorde.
En Uruguay, el regulador -Banco Central- exige a las instituciones financieras asignar un Perfil y Estrategia a cada cliente, y monitorear que ésta no se desvíe, es decir, que no invierta con un riesgo mayor al que está dispuesto a tolerar. Con esto se busca proteger al inversor, que a veces no tiene conocimiento de los riesgos asociados a cada inversión, y simplemente confía en su asesor, o en algún amigo, y cualquiera de ellos puede tener las mejores intenciones, pero una aversión al riesgo distinta de la suya. Nosotros hemos definido cuatro Perfiles de riesgo, cada uno con su Estrategia, en los cuales categorizamos a los clientes: Conservador, Moderado, Dinámico, y Crecimiento.
LA ESTRATEGIA DE INVERSIÓN
Cuando hablamos de Estrategia nos referimos a cómo distribuimos el portafolio entre las diferentes clases de activos; que porcentaje invertimos en acciones, en bonos, en inversiones alternativas y/o money market.
Si bien dentro de cada categoría puede haber activos más o menos riesgosos (por ejemplo, no es lo mismo comprar acciones del S&P 500 que de 1 empresa pequeña), normalmente las Estrategias Conservadoras están asociadas a una mayor proporción de bonos de buena calidad crediticia y efectivo, y las Estrategias que denominamos “Crecimiento” se asocian con una mayor proporción de acciones.
Como hemos comentado en nuestro artículo “¿Llegó el momento de la Renta Fija?” las circunstancias del mercado cambian, y los porcentajes que se asignan a los distintos tipos de activos pueden también sufrir modificaciones. De todas formas, siempre se mantendrán diferencias relativas, entre las distintas Estrategias.
Estrategia Conservadora: Prioriza la conservación del capital y la liquidez por sobre la rentabilidad. Está centrada en Bonos de buena calificación crediticia (con grado inversor o mejor), Fondos de Renta fija, y Letras de Tesorería.
Estrategia Moderada: Prioriza la conservación del capital por sobre la rentabilidad, pero con una perspectiva de mediano o largo plazo, tolerando variaciones en el corto plazo. Abarca variedad de instrumentos, entre ellos Bonos, Fondos de Renta fija, Fondos de Acciones, Letras de Tesorería, etc.
Estrategia Dinámica: Prioriza la rentabilidad de largo plazo, admitiendo volatilidad en el corto plazo, así como inversiones de menor liquidez. Abarca amplia variedad de instrumentos financieros, con foco en Acciones, Commodities, Bonos y Fondos que inviertan en estas categorías.
Estrategia Crecimiento: Su objetivo es maximizar el crecimiento del capital a largo plazo, con una rentabilidad igual o superior al mercado accionario, tolerando la volatilidad. Admite todo tipo de instrumentos; normalmente tendrá foco en Acciones, Fondos de acciones, balanceados, o de alternativos, así como Opciones o Futuros.
Una estrategia no es mejor o peor que otra, sino que es adecuada o no, para cada inversor, en cada etapa de su vida. Es tanto o más importante discernir cual es el Perfil de inversión de nuestro cliente, como lo es analizar y seleccionar los mejores activos dentro de cada categoría, y los porcentajes de asignación según cada estrategia.
Creo que el inversor ideal debería tener varias cualidades. Por un lado, contar con un conocimiento básico de matemática, estadística y probabilidad. También conocer sobre la historia y sobre cómo funciona el mundo de hoy en día. Además, entender sobre los mercados financieros y sobre los distintos retornos y riesgos asociados a cada clase de activo.
Pero por otro lado -y seguramente la cualidad más importante-, necesita dominar su propio comportamiento; saber manejar las emociones. Peter Lynch una vez comentó que “al final del día, no es el mercado de valores y ni siquiera las propias empresas las que determinan el destino de un inversor; es el inversor.”
Seguramente estemos en el mejor momento en la historia para ser un inversor individual. Gracias a los avances de la industria financiera, hoy se ha democratizado el acceso a las inversiones, se han incrementado la cantidad de productos disponibles y los costos han disminuido dramáticamente. A su vez, el acceso a la información está al alcance de la mano. Pero esta facilidad de inversión es un arma de doble filo.
En un mundo donde hay abundancia de información, infinitas alternativas de inversión y donde es muy fácil transaccionar, lo más importante es lograr separar el ruido y las emociones para tomar buenas decisiones de inversión. ¿Pero cómo? Tal vez, dominando el sesgo de acción.
Encontramos una buena comparación en los goleros de fútbol. Un estudio publicado en la Revista de Psicología Economica (2007), muestra como a pesar de que tienen más probabilidad de atajar un penal si se quedan quietos en el centro, en el 94% de los casos no lo hacen, ya que están incentivados a actuar. Pueden leer más aquí.
El sesgo de acción es la presión emocional de “hacer algo” frente a hechos relevantes. Con la abundancia y velocidad de la información, la realidad es que caemos en la trampa de que está pasando algo relevante todos los días y por ende, “debemos actuar”. Como las inversiones generalmente tienen precios diarios o en tiempo real, los movimientos de los activos pueden presionarnos a actuar. Esto no sucede con activos privados donde no hay una cotización todos los días, como una empresa privada o un inmueble.
Es muy difícil evitar este sesgo, ya que no hacer nada es contraintuitivo. En muchas áreas te premian por actuar, pero no en el mundo de inversiones. Si querés mejorar tu estado físico, tenés que moverte. Si querés mejorar en un deporte o instrumento musical, tenés que practicar. Pero si querés mejorar como inversor seguramente lo mejor es no hacer nada.
Este slogan resume la idea en pocas palabras.
*Tomado de FUNDSMITH, una gestora de fondos de inversión del Reino Unido enfocada en acciones.
Un tipo de sesgo de acción es el FOMO (por sus siglas en inglés “Fear Of Missing Out”). Esto es cuando tomamos decisiones emocionales, sobrevalorando el potencial de una nueva idea de inversión, y muchas veces pagando un precio más alto para no “quedarnos afuera”.
En un mundo en el cual las nuevas ideas de inversión son compartidas rápidamente, como la inteligencia artificial o las criptomonedas, no tener miedo de perderse de una inversión es muy importante. Esto es más difícil de lograr cuando escuchamos cuentos de como otros inversores están ganando mucho con alguna inversión puntual, y no nos queremos quedar afuera de la oportunidad.
Algo que puede ayudar es tener claro nuestro objetivo. Una acción puede estar apreciándose exponencialmente, pero el mercado accionario es una misma cancha donde juegan distintos tipos de jugadores. Tal vez los compradores de esta acción tengan un horizonte de inversión de corto plazo. Lo importante es tener claro nuestro propio horizonte de inversión, y no confundir señales de otros jugadores del mercado que capaz tienen un horizonte distinto al nuestro. Tener un plan y automatizar nuestras inversiones puede ayudar tambien.
Una buena inversión no se trata necesariamente de tomar buenas decisiones. Se trata de no cometer errores constantemente.
Morgan Housel
Tener paciencia y resistirnos a la tentación de tomar acciones innecesarias no significa no actuar nunca. Warren Buffett, es un buen ejemplo. Hay una buena comparación que dijo una vez, que invertir es como un partido de béisbol en el cual no te penalizan por quedarte quieto si la pelota no viene directo al bate; donde podes esperar la oportunidad. Buffett es conocido por pensar, analizar y comparar inversiones por mucho tiempo, pero cuando encuentra una inversión donde cree que tiene las chances a su favor, invierte decididamente: “las oportunidades vienen infrecuentemente. Cuando llueve oro, saca el balde, no el colador“.
La industria financiera se ha transformado en un arma de doble filo, en el cual si logramos controlar nuestras emociones, es el mundo ideal de inversión.
“(El Mercado) no te paga por la actividad, solo te paga por tener razón.”
En la actualidad los inversores son cada vez más conscientes de la importancia de apoyar a empresas que además de rentabilidad económica, consideren factores ambientales, sociales y de gobierno corporativo (ESG, por su sigla en inglés) para desarrollar su negocio. Las tambien denominadas inversiones responsables, se definen como una estrategia y práctica para incorporar los mencionados factores en las decisiones de inversión y se enmarcan en los Principios de Inversión Responsable (PRI) definidos por las Naciones Unidas. Este organismo busca diseñar un “mapa de ruta” para lograr mercados sostenibles que contribuyan a la prosperidad del mundo en su conjunto.
¿Por qué surge este movimiento?
En primer lugar, los factores ambientales, sociales y de gobierno corporativo (ESG) pueden afectar el rendimiento de las inversiones, ya que forman parte de los riesgos de las empresas y pueden representar un alto costo a futuro. A modo de ejemplo, estos son algunos de los riesgos que se buscan mitigar:
Ambientales
Sociales
Gobierno Corporativo
Cambio climático, mala gestión de residuos, agotamiento de los recursos, contaminación.
Violación de derechos humanos, trabajo infantil, formas modernas de esclavitud, malas condiciones laborales.
Corrupción o sobornos, discriminación, maquillaje contable, evasión fiscal.
Los inversores actualmente buscan mayor transparencia respecto a cómo se invierte su dinero; las inversiones que contemplan estos aspectos son parte de la demanda del mercado.
Tambien los Gobiernos y autoridades se preocupan cada vez más por la consideración de factores ESG. Un ejemplo de esto es el “Acuerdo de Paris” firmado por 196 países, que entró en vigencia en 2016, con el objetivo de reducir el calentamiento global. Esto implica que los países inviertan y promuevan inversiones que les permitan cumplir con dichos compromisos.
¿Qué herramientas tenemos como inversores?
Así como existen calificadoras de riesgo que evalúan empresas y países y asignan un rating a las emisiones de bonos, hay tambien varias empresas que miden y asignan puntajes de ESG. Usualmente los puntajes van de 0 a 100, mayor puntaje implica mejor desempeño en estos aspectos.
En términos de normativa, en 2021 la Unión Europea estableció el marco regulatorio SFDR (Sustainable Finance Disclosure Regulation), con el objetivo de que se proporcione a los inversores, información más clara y transparente, sobre cómo los productos financieros contemplan los criterios de ESG.
Los Fondos de Inversión incorporan esta normativa catalogando sus productos en 3 niveles:
Artículo 6: “sin objetivos de sostenibilidad”. Es decir, productos de inversión que no consideran riesgos ESG o que se declaran expresamente como “no sostenibles”.
Artículo 8: que “promueven iniciativas sociales y ambientales junto con los objetivos de resultados tradicionales”. Esto quiere decir que, a pesar de no contar con un objetivo sostenible específico o definido, sí buscan promover las llamadas características ESG.
Artículo 9: “con objetivos explícitos de sostenibilidad”. Son todos aquellos productos de inversión que cuentan con un claro objetivo de sostenibilidad que deberán reflejar, así como la forma en la que se está buscando conseguirlo.
La calificación de cada producto se puede ver en el folleto del mismo o la página web del Fondo.
¿Cómo afecta todo esto a nuestras decisiones de inversión?
La principal ventaja como inversores es, mayor información para la toma de decisiones. Se destaca la transparencia como el punto más relevante. El conocimiento nos permite alinear nuestras inversiones con nuestras prioridades. A su vez, los negocios sostenibles suelen mejorar sus procesos internos y externos, optimizar recursos, gestionar riesgos. Se consolida y logra impactar positivamente a toda la sociedad.
El siguiente gráfico muestra la evolución del índice S&P junto con la de S&P ESG. Este último es un índice ponderado por capitalización de mercado, que busca medir el desempeño de empresas que cumplen con criterios de sustentabilidad, manteniendo ponderaciones de grupos industriales similares a las del S&P 500.
Cabe mencionar que si bien hay muchos estudios que afirman que las prácticas ESG tienen una correlación positiva con los resultados de las empresas en el largo plazo, el enfoque aplicado en los mismos varía y no hay una relación directa que se refleje en los precios de sus acciones, sino que depende del mercado en el cual operan. Sí podemos afirmar que en diversos sectores, el cumplimiento de normas de ESG reduce el riesgo del negocio y coloca a la empresa en una posición más competitiva respecto a aquellas que no cumplan con dichas normas.
“No hay diferencia entre un pesimista que dice: ‘..es inútil, así que no te molestes en hacer nada‘, y un optimista que dice ‘No es necesario hacer nada, todo va a estar bien’. En ambos casos, nada sucede.”
Yvon Chouinard, fundador y CEO de Patagonia (compañía que incorpora la sustentabilidad desde su misión)
Hace poco Howard Marks, un reconocido inversor y cofundador de Oaktree Capital Management, escribió un memo a sus clientes titulado “Sea Change” en el cual habla sobre cómo el mundo de inversiones ha cambiado recientemente, respecto a los últimos 13 años.
Durante años vivimos en un ambiente en el cual tuvimos perspectivas económicas positivas, políticas monetarias expansivas por parte de los principales bancos centrales, tasas de interés cercanas a cero, sin inflación relevante, e inversores complacientes, optimistas y con miedo de quedar afuera del “rally” del mercado.
Hoy estamos en un escenario totalmente opuesto: se espera una recesión, la política monetaria es contractiva, los costos de financiación han subido rápidamente, la inflación llegó a máximos de los últimos 40 años, y se respira cierto pesimismo entre los inversores.
¿Cómo debemos responder a estos cambios como inversores? Según Howard Marks debemos adaptarnos, y no es el único que piensa igual.
Morgan Housel, autor de The Psychology of Money, hace poco habló sobre un nuevo término: “Mental Liquidity“. Lo define como la habilidad de abandonar rápidamente una creencia cuando el mundo cambia o cuando conocemos nueva información. Parece intuitivo, pero cambiar de opinión es difícil porque es más fácil convencerte que estás en lo cierto que admitir que estas errado.
Está claro que debemos adaptarnos a este nuevo mundo de inversión, pero ¿cómo? Algunas ideas.
En primer lugar, tal vez debamos mantenernos en las inversiones tradicionales. Durante años, en un mundo de tasas bajas, la forma de incrementar los rendimientos fue aumentando el riesgo buscando inversiones alternativas a las tradicionales. Hoy en día no es necesario buscar rentabilidad en activos ilíquidos o en estrategias complejas. El mercado de renta fija y de renta variable ofrecen buenas perspectivas y en un mundo donde los costos de financiación aumentaron mucho y rápido, hay un riesgo adicional en mantener inversiones que requieren de un apalancamiento financiero.
Dentro de las inversiones tradicionales, tal vez debemos ponderar más la renta fija en los portafolios. Ya no es necesario cargar los portafolios con inversiones más riesgosas para obtener los resultados que buscamos, e invirtiendo en renta fija podemos obtener resultados que fueron imposibles en los últimos años.
Por ejemplo, en los últimos años con tasas cercanas a cero, se emitieron varios bonos de baja calidad crediticia “high yield” con rendimientos entre 3-4%. Estas mismas emisiones hoy rinden cerca de 8%. Aunque ocurran algunos defaults, un portafolio de bonos high yield diversificado debería obtener rendimientos similares a los encontrados normalmente en el mercado accionario.
Hoy encontramos especialmente atractivo invertir en instrumentos de muy corto plazo, con los treasury bills americanos rindiendo arriba de 5% a plazos menores a 1 año.
Pero por otro lado, solo concentrarse en el corto plazo y no invertir en el resto de la curva de bonos tiene dos riesgos que se deben considerar:
– Riesgo de tasas de interés – Riesgo de reinversión
Gráfico1: Rendimiento actual de los treasury bills a distintos plazos: invertir a 3 meses rinde mas de 5%, invertir a 10 años rinde 3.40%.
Riesgos tasa de interés: El año pasado las tasas aumentaron rápidamente y los bonos se vieron perjudicados.
Pero en un escenario donde la recesión se materialice y los bancos centrales deban bajar la tasa de interés, los bonos de largo plazo serán los que logren una buena performance y amortigüen los portafolios.
Riesgo de reinversión: Una vez finalizado el periodo de inversión en el corto plazo con tasas del 5%, no sabemos que tasas podremos conseguir para reinvertir nuestros fondos.
Entonces, también tiene sentido atarnos a una tasa de largo plazo, si eso logra cumplir nuestro objetivo de inversión.
Grafico 2: Cómo se han desempeñado los bonos del tesoro americano de largo plazo, en los años en que el mercado accionario cayó, desde 1929. En el 80% de los casos los bonos tuvieron desempeño positivo, y en el 27% de los casos, la ganancia incluso superó la baja en las acciones.
Por el lado de las acciones, tal vez debamos ponderar más a las empresas rentables y con buenos balances financieros. Con los costos de financiación más normalizados, las empresas precisan tener un buen balance y generar efectivo desde sus operaciones para no depender de los mercados de capitales para acceder a su financiación.
Entonces, ¿mejor las acciones “value” que las acciones “growth”? Según Terry Smith, portfolio manager del Fundsmith Equity Fund, no tiene sentido la distinción, ya que si una empresa puede reinvertir sus ganancias a una buena tasa de interés que lo haga y sino que los distribuya, pero eso no va a decidir si la empresa es de buena calidad o no.
Howard Marks comenta que es lógico creer que las estrategias que sirvieron en los últimos 13 años no serán las mismas que para los próximos; creo que está en lo cierto.
“Tus más fuertes convicciones son las que tienen la mayor probabilidad de estar equivocadas o incompletas, porque son las creencias más difíciles de desafiar, actualizar o abandonar si fuera necesario.”
Este ha sido un año duro para los inversores en los mercados financieros. El S&P 500 ha caído cerca de -20% y otras partes más volátiles del mercado como el índice de tecnología Nasdaq, cerca de -30%. Individualmente, acciones como Disney, Tesla, o Nike han caído -33%, -38% y -45% respectivamente en lo que va del año. Como las tasas han aumentado los bonos también se han visto golpeados, con el índice de bonos globales también abajo cerca de -20% en el año.
Lo atípico de este año es que se ha dado simultáneamente una caída en acciones y en bonos, y que ha sido de una magnitud significativa. Esto se puede visualizar en la siguiente gráfica:
RENDIMIENTO DE ACCIONESVERSUS BONOS 1926 – 2022
Esto ha provocado que un típico inversor expuesto a los activos financieros tradicionales vea su portafolio cerca de -20% abajo en lo que va del año. A nadie le gusta ver una caída en sus inversiones de este tamaño, pero hay algunas implicancias positivas que podemos resaltar de esta situación en la que nos encontramos.
Por un lado, están los inversores jóvenes, estos que han comenzado a invertir recientemente o los que todavía nunca han invertido. Estos inversores tienen una ventaja frente al resto; tienen más tiempo. Por ende, pueden invertir con un horizonte temporal más largo los fondos que no van a precisar por los próximos años, sin preocuparse por la eventual volatilidad con la cual se pueden encontrar. Para un inversor de este tipo, acumular acciones y bonos a mejores valuaciones y tasas es el escenario ideal. Contraintuitivamente, este inversor debería estar feliz de que el mercado caiga.
Por otro lado, están los inversores que han estado invirtiendo durante años pero que todavía tienen tiempo antes de jubilarse o de necesitar estos fondos. Lo positivo para este grupo es que seguramente son personas que se encuentran en su pico de ingresos laborales. Obviamente ver caer el valor de sus inversiones es algo que no quieren, pero la realidad es que el mercado les está dando mejores oportunidades respecto a los últimos años para seguir invirtiendo justamente en los años donde su poder ahorrativo probablemente sea mayor.
Finalmente, están los inversores que van a precisar próximamente los fondos, por ejemplo los que están cerca de su jubilación. Podríamos decir que estos son los más perjudicados por la caída de los mercados, pero también podemos ver el lado positivo. Después de años donde no habían tasas atractivas en la renta fija, hoy nos encontramos con un panorama distinto. Como ejemplo, estas son las tasas de interés de los bonos del gobierno americano, a principio de año y a la fecha:
Estos inversores, próximos a necesitar los fondos, hoy pueden aprovechar la suba de tasas para hacer colocaciones en el sector más defensivo del portafolio, aprovechando las certezas y la baja volatilidad que otorgan los bonos respecto a otras inversiones. Por ejemplo, un inversor podría colocarse al 4,55% a un año en un bono americano, el cual es considerado libre de riesgo de default. A principio del año podían hacerlo tan solo al 0,40%.
Este es sin dudas un año históricamente atípico y ser inversor en este año no ha sido fácil. Pero en vez de mirar la mitad vacía del vaso, podemos ver la otra mitad.
“El pasado no fue tan maravilloso como recordás, el presente no es tan malo como creés, y el futuro va a ser mejor de lo que estimás.”