Todos los años surgen temas que se vuelven tendencia en el mundo financiero. En el 2025 la desdolarización y la apuesta por su devaluación parecen ocupar ese lugar. El llamado “debasement trade“1 ha cobrado fuerza: alejarse de la deuda soberana y de las monedas para protegerse frente a los déficits fiscales y niveles de deuda.
Es una realidad que se ha deteriorado la confianza en el dólar, no solo por los problemas fiscales sino también producto de las tarifas impuestas por Trump y su consecuencia en el comercio global. La señal en Abril, cuando fueron anunciadas las tarifas, fue clara: el dólar y los bonos soberanos largos de EEUU cayeron en simultáneo.
Este es un buen momento para hablar sobre el principal objetivo que tenemos los inversores: mantener o incrementar nuestro poder adquisitivo. Al final del día, invertimos nuestros ahorros para poder preservar o incrementar la cantidad de bienes y servicios que podamos adquirir en un futuro.
Clasifiquemos los productos, y hagamos un análisis de como contribuyen a nuestro objetivo.
Activos no productivos
Monedas y Commodities
Empecemos por el dólar y el oro. Ambos son activos no productivos, o sea, no generan flujos y solo preservan valor nominal. Su valor futuro será el que otro esté dispuesto a pagar y por ende la confianza en el activo es el principal motor de su valor.
El rol del dólar y de las monedas en general es servir como unidad de cuenta. Algo que nos permita hacer transacciones por bienes y servicios, sin necesidad de acudir al trueque como en los viejos tiempos. En el largo plazo, estos dos activos pueden, en el mejor de los casos, preservar nuestro poder de compra, pero difícilmente incrementarlo.
La gran diferencia entre el oro y el dólar es que la cantidad de oferta de uno es mucho más controlable que la del otro; uno es emitido por un gobierno, el otro no. Esta cualidad la vemos reflejada en la performance de ambos activos en este año. El dólar ha perdido terreno frente a las principales monedas pero el oro ha aumentado su valor cerca de 60%.
El rol de los activos no productivos es táctico; sirven para dar flexibilidad financiera, diversificación y un refugio cuando hay shocks en el mercado.
Bonos
Vayamos a otro tipo de activo no productivo: los bonos. Estos generan flujos nominales y para su simpleza, analicemos solamente los más comunes, los de tasa fija. En el largo plazo, su valor depende del poder de compra de la moneda en las que está emitida, ya que los bonos son una promesa por parte del deudor de hacer pagos en dicha moneda a futuro hacia el acreedor.
Los bonos protegen el poder adquisitivo, pero solamente de forma nominal. La inflación y por ende el deterioro del poder de compra de la moneda es un viento en contra para este activo.
Estos activos cuentan con menor volatilidad, ya que sus retornos son contractuales. Tienen sentido para gestionar nuestra liquidez y colocarnos en la moneda en la cual tendremos obligaciones de pagos. También, durante periodos puntuales, pueden obtener rendimientos muy competitivos respecto a las acciones si invertimos de forma correcta.
¿Pero qué sucede en el largo plazo?
Difícilmente las monedas o el oro logren aumentar nuestro poder adquisitivo. Los bonos podrán ayudar, pero sus retornos nominales ponen en riesgo nuestro poder de compra al depender de la moneda y su inflación. Además, el tipo de cambio puede tener un impacto grande en nuestro poder adquisitivo si invertimos en una moneda distinta de la que gastamos.
En el largo plazo es donde entra otro tipo de activo: los activos productivos.
Crecimiento de USD 1 en términos reales:
Fuente: “Stocks for the Long Run” Jeremy Seigel.
“If you own a business, or a part of a business, you own a piece of real productive assets — and over time, they’ll retain their purchasing power better than any currency or bond.” 2
Warren Buffett
Activos Productivos
Acciones
Las acciones, públicas o privadas, representan propiedad sobre un valor económico real. Las empresas no solo pueden generar valor en el tiempo, sino que pueden ajustar sus precios y márgenes frente a inflación y devaluaciones. Además, pueden reinvertir sus utilidades, pagar un dividendo o recomprar sus acciones, generando valor para el accionista.
Las monedas tienen implicancias en este tipo de activo pero únicamente en el corto plazo, donde la volatilidad de la moneda en la cual están denominadas las ventas de la empresa pueden afectar el resultado financiero.
Sin embargo, este riesgo cambiario tiende a anularse en el largo plazo. El poder adquisitivo estará vinculado al valor real del negocio y como cuotapartistas contamos con un porcentaje de la empresa. Esta participación trasciende la moneda de turno en la que se mida el valor de nuestra participación.
Si la inflación erosiona el poder de compra de una moneda, las buenas empresas podrán incrementar sus precios y proteger sus márgenes.
Con frecuencia nos preocupamos por los movimientos de monedas principalmente por focalizarnos en el corto plazo, porque necesitamos liquidez en una moneda puntual o por el sesgo psicológico de pensar en la moneda doméstica.
Entonces, ¿Qué conclusiones podemos sacar de todo esto? A continuación 3 ideas:
°°° Una primera conclusión es que debemos invertir, ya que las monedas tienden a perder valor en el tiempo.
Poder de compra del dólar americano desde el 2000:
Fuente: Federal Reserve Economic Data, 2024.
“The best thing to do is own a good business, not a currency. Currencies always go to zero over time; good businesses don’t.” – Charlie Munger3
°°° Una segunda conclusión es que debemos utilizar los activos no productivos y los bonos de manera táctica, es decir, en el corto plazo. Estos tienen sentido para una parte de nuestro patrimonio y cumplen con los objetivos de liquidez, diversificación y cobertura por diferencias cambiarias.
°°° Una tercera conclusión es que si deseamos incrementar nuestro poder adquisitivo en el largo plazo debemos mirar hacia las acciones. Este activo es naturalmente volátil, con lo cual es crucial invertir un porcentaje que no tenemos intención de tocar por varios años y, a su vez, invertir un monto que nos deje dormir tranquilos.
Es comprensible que en el contexto actual los inversores nos preocupemos por la devaluación de las monedas. Sin embargo, conviene recordar que al invertir en activos productivos, este riesgo tiende a disminuir con el tiempo y nos permite proteger nuestro poder adquisitivo.
“Currencies may fluctuate, but productive assets adapt. The longer your time horizon, the less currency movements matter.”4
Jeremy Seigel
Ec. Manuel Bordaberry
mbordaberry@paullier.com
El “debasement trade” refiere a una estrategia de inversión orientada a protegerse de la pérdida de valor de las monedas y de la deuda soberana, que puede producirse cuando los gobiernos mantienen déficits fiscales elevados, aumentan la deuda pública o recurren a la emisión monetaria para financiarse. ↩︎
Si sos propietario de una empresa, o de una parte de ella, posees una porción de activos productivos reales, y con el tiempo, estos tenderán a conservar su poder adquisitivo mejor que cualquier moneda o bono. ↩︎
Lo mejor que podemos hacer es ser dueños de un buen negocio, no de una moneda. Las monedas siempre tienden a valer cero con el tiempo; los buenos negocios, no. ↩︎
Las monedas pueden fluctuar, pero los activos productivos se adaptan. Cuanto más largo sea tu horizonte temporal, menos importan los movimientos de las monedas. ↩︎
“El mejor momento para plantar un árbol fue hace veinte años. El segundo mejor momento es ahora.”
Este antiguo proverbio chino encierra una sabiduría ancestral poderosa: nunca es demasiado tarde para empezar con algo importante. En el mundo de las finanzas personales, ese árbol puede ser el ahorro, la inversión o simplemente el hábito de mirar de cerca nuestras cuentas con intención y propósito.
La Encuesta Nacional de Capacidades Financieras, realizada por el Banco Central del Uruguay (BCU) junto con CAF, muestra que aunque más del 90 % de los uruguayos comprende conceptos clave como inflación, riesgo e interés, la práctica del ahorro y la planificación financiera sigue siendo débil.
¿Qué nos dice el estudio?
63 % de los uruguayos declara que no llega a fin de mes con sus ingresos.
Apenas 11 % afirma que le sobra dinero al final del mes.
Solo 1 de cada 3 personas ha logrado ahorrar en el último año.
Los métodos más comunes de ahorro siguen siendo cuentas bancarias (55 %), dinero guardado en casa (52 %) y moneda extranjera (38 %).
Fuente: Primera Encuesta Nacional de Capacidades Financieras CAF BCU, 2024.
Estos datos reflejan una realidad que preocupa: sabemos, pero no aplicamos. No es necesariamente por falta de voluntad, quizás el contexto o la rutina hacen que ahorrar se sienta difícil, incluso inalcanzable. A eso se suma que muchas personas, aún contando con empleo formal, no tienen garantías sólidas sobre cómo será su jubilación futura. Las recientes discusiones en torno a la sostenibilidad de las cajas previsionales en Uruguay nos recuerdan que, más allá de lo que pueda ofrecer el sistema, desarrollar hábitos de ahorro e inversión es la mejor forma de cuidar nuestra libertad y autonomía a largo plazo.
Como dijo Warren Buffett: “No ahorres lo que te queda después de gastar; gasta lo que te queda después de ahorrar.”
Este es solo un cambio de enfoque. No se trata de esperar a “tener más” para empezar, sino dedarle prioridad al ahorro, por pequeño que sea, como un potente acto de autocuidado. Porque al final del día, somos nuestro principal accionista: cada elección que hacemos hoy impacta directamente en el valor que construimos para nuestro futuro. La salud financiera, como la salud física, se construye con pequeños hábitos diarios: separar una parte del ingreso antes de gastar, evitar compromisos que no estemos seguros de poder sostener, y entender en qué medida nuestras elecciones hoy impactan el mañana.
Hablar de salud financiera no es lo mismo que hablar de riqueza. Es hablar de equilibrio. Implica poder cubrir los gastos del día a día sin sobresaltos, tener un pequeño colchón para imprevistos, manejar las deudas de forma sostenible y sentirse con la tranquilidad de que hay un rumbo. No se trata de vivir con miedo al gasto, sino de usar los recursos con inteligencia, sabiendo que cada decisión suma o resta al bienestar financiero general.
Iniciar ese camino ahora, sin esperar a tener “más tiempo” o “mejor sueldo”, es una forma de tomar el control. Como cuando se planta un árbol, puede que al principio el esfuerzo pueda parecer inútil, pero con el tiempo crece, da frutos, da refugio, y nos cambia la manera de relacionarnos con el dinero, no desde la urgencia o la preocupación, sino desde la calma.
Te comparto un ejemplo real que siempre me impacta, sobre cómo empezar antes marca la diferencia:
A veces lo más valioso no es cuánto invertimos, sino cuándo decidimos empezar. Y aunque desafía la lógica, cada año cuenta, y mucho. Si todavía no empezaste, este es un gran momento.
¿Sabías que 27% de la ganancia neta de Airbnb en 2024 provino de ingresos financieros?
En un entorno empresarial cada vez más competitivo, una gestión eficiente de la liquidez puede marcar la diferencia. Muchas empresas mantienen saldos ociosos en cuentas corrientes por prudencia, sin advertir que esa liquidez bien planificada, e invertida en instrumentos adecuados de corto o mediano plazo, puede convertirse en una fuente adicional de rentabilidad.
Aprovechar estos recursos sin comprometer la operativa es una estrategia concreta para fortalecer las finanzas de la empresa y optimizar el uso del capital.
Cuando hablamos de liquidez nos referimos al dinero disponible que tiene la empresa para hacer frente a sus obligaciones inmediatas: los saldos en cuenta corriente, los fondos en caja o cualquier otro recurso que pueda utilizarse rápidamente sin afectar la operativa. Para una empresa, tener una buena liquidez significa estar preparada para cubrir tanto gastos inesperados como recurrentes.
Sin embargo, mantener toda la liquidez en cuentas que no generan rendimiento, renunciando a retornos sobre un capital que permanece inactivo, hoy en día significa perder oportunidades. En un escenario con tasas atractivas, esta inacción puede representar un costo silencioso pero real. La clave está en encontrar un equilibrio entre mantener fondos disponibles y hacer que esos recursos generen beneficios.
Una buena planificación financiera permite obtener rendimientos de manera alineada con las necesidades de la empresa. Es fundamental que las inversiones se planifiquen teniendo en cuenta los plazos en los que la empresa necesitará acceso a los fondos.
A modo de ejemplo, si dentro de la planificación está marcado un pago importante que se deberá desembolsar dentro de determinados meses, se puede optar por invertir los fondos destinados a este pago en inversiones de bajo riesgo cuyo vencimiento encaje justo antes de esa fecha, como US Treasuries (USD) o Letras de Regulación Monetaria ($).
Si por otra parte necesitas mantener un nivel alto de liquidez para los gastos previstos pero no programables, podrías optar por inversiones de corto plazo como por ejemplo Fondos de Inversión, que te permiten acceder a los fondos rápidamente en caso de necesidad.
Una opción concreta para hacer trabajar la liquidez de las empresas es invertir parte de los saldos disponibles en Letras de Tesorería, que ofrecen múltiples beneficios. Tanto en pesos uruguayos como en dólares permiten obtener un rendimiento real positivo (mayor a la inflación). Además, estas inversiones pueden impactar favorablemente en el cálculo del Impuesto al Patrimonio y del IRAE. Son instrumentos líquidos, y se ofrecen variedad de plazos, lo que facilita adaptar las colocaciones al flujo de fondos esperados y escalonar vencimientos. A esto se suma la solidez institucional, ya que las letras en pesos están respaldadas por el Banco Central del Uruguay, y en dólares, por la Reserva Federal de Estados Unidos.
Como solución para cuando no tenemos claro cuándo necesitaremos disponer de la liquidez, existen Fondos de Inversión denominados Money Market tanto en pesos como en dólares, que nos permiten estar invertidos en forma continua, y solicitar la venta cuando se necesite.
Hoy en día el mercado ofrece condiciones que durante mucho tiempo estuvieron ausentes: existen alternativas viables, eficientes y con retornos atractivos. Luego de años en los que los instrumentos de bajo riesgo ofrecían rendimientos mínimos o nulos, el escenario actual permite repensar la estrategia financiera.
Rendimiento de la Letra de Tesorería en Dolares – últimos 10 años
La liquidez no tiene por qué ser sinónimo de inactividad. Con una buena planificación y la elección de instrumentos adecuados, es posible transformar los fondos disponibles en una herramienta de generación de valor. Identificar oportunidades y alinearlas con las necesidades operativas del negocio es un paso clave para fortalecer la salud financiera de la empresa y agregar valor desde la gestión de sus recursos más inmediatos.
“No dependas de un solo ingreso. Invierte para crear una segunda fuente.” – Warren Buffett
En el mundo de inversiones se habla de los “Bull Markets” y “Bear Markets” cuando hay un movimiento de más de 20%. La analogía es que cuando un toro ataca lo hace levantando sus cuernos hacia arriba, en cambio cuando un oso lo hace utiliza sus garras hacia abajo.
Hoy parece que estamos más cerca de un Bear Market en el S&P 500, en parte como consecuencia de las tarifas arancelarias anunciadas la semana pasada. Las acciones en Japón, China y US Small Caps, ya entraron en un Bear Market. Es un momento en el cual es normal que los inversores se preocupen por sus inversiones en renta variable.
Creo que también es un buen momento para poner los Bear Markets en perspectiva.
Desde 1966, el S&P 500 ha tenido 12 Bull Markets y 12 Bear Markets, pero el 80.2% del tiempo estuvo en un Bull Market y el restante 19.8% en Bear Market. En los Bull Markets, el índice ha logrado un rendimiento anualizado de +21.2% por año. En cambio, en los Bear Markets ha caído -35.5% por año.
Es decir, los Bull Markets son lentos y largos, los Bear Markets son rápidos y cortos.
“Compounding is hard because a bad month can feel longer than a good decade.”1 — Morgan Housel
Históricamente, una caída de -5% ocurre todos los años, en promedio. Una de -10% cada 1.5 años, una de -15% cada 2.5 años y una de -20% cada 4 años.
Cada Bear Market tiene sus propias particularidades, causantes y entorno macroeconómico, político y social. Ejemplos en este siglo:
2000-2002: Burbuja de las PuntoCom 2007-2009: Crisis Financiera Global 2011: Crisis de Deuda en Europa* 2018: Guerra Comercial y Riesgo de Suba de Tasas* 2020: COVID-19
* Las caídas fueron de -19.4% y -19.8% con lo cual no fueron “oficialmente” Bear Markets.
Si sabemos que son comunes, entonces ¿salir antes es la solución?
El problema es que es muy dificil anticiparse a un Bear Market. El riesgo es justamente lo que no vemos, con lo cual es muy dificil de pronosticar que moverá al mercado en el corto plazo. Como dijo el economista canadiense John Kenneth Galbraith: “There are two kinds of forecasters: those who don’t know, and those who don’t know they don’t know.”2
Pero imaginemos que si podemos anticiparnos y vendemos nuestras inversiones antes de la caída, ¿Cuándo volvemos a comprar?
El 78% de los mejores días del S&P 500 ocurren durante un Bear Market o justo después de uno. Es decir, si intentamos esquivar los peores días del mercado, seguramente nos perdamos los mejores también.
Debemos tener claro nuestro objetivo. Si estamos invertidos en acciones públicas, nuestro foco debe ser el mismo que si invertimos en acciones privadas; el largo plazo.
De la misma manera que no comprarías un campo productivo porque esperas que las lluvias serán buenas el siguiente año. Lo comprarías sabiendo que tendrás malas temporadas y aceptarías el hecho de no poder anticiparlo.
Debemos evitar las decisiones emocionales. Algo que ayuda es pensar en la volatilidad como el precio de corto plazo que debemos pagar para obtener los resultados en el largo plazo.
No podemos controlar cuándo y cómo serán los Bear Markets, pero sí podemos controlar cómo aprovechar la oportunidad. ¿Por qué una oportunidad?
La mayoría de las personas que invierten en acciones son ahorradores netos. Es decir, son inversores que seguramente estén en una etapa de sus vidas que están aportando fondos para invertir. Contraintuitivamente, debería desear que el mercado caiga para así comprar a menores precios.
Hay una frase conocida en Wall Street que dice que “The stock market is the only place things go on sale and everyone runs out of the store screaming.”3
Cada caída del mercado en el pasado parece hoy una oportunidad, pero cada caída futura parece un riesgo. La caída del 2020 con el COVID la vemos hoy como una gran oportunidad de inversión, pero la caída de hoy por las tarifas arancelarias la vemos como un riesgo.
De todas formas, si no lo tomamos como una oportunidad para invertir, por lo menos lo podemos tomar como una oportunidad para realmente saber nuestra tolerancia al riesgo.
Muchos inversores creen tener una tolerancia al riesgo y a la volatilidad, pero es en las caídas del mercado donde realmente encuentran su nivel apropiado. Tal vez, los Bear Markets son los momentos para revisar que tan diversificadas están nuestras inversiones y que exposición queremos realmente tener a las partes más impredecibles del portafolio.
Mr. Market
Por último, creo que una analogía que utilizó Warren Buffett sobre el mercado puede ayudarnos en estos momentos de volatilidad. Imaginemos que tenemos una empresa a medias con un socio llamado Mr. Market. Él aparece todas las mañanas y grita un precio por el cual está dispuesto a comprar tu parte o a vender la suya. Aunque el negocio sea estable, los precios de Mr. Market no lo son. A veces siente euforia, solo ve lo bueno de las perspectivas y grita un precio alto. Otras veces es muy pesimista sobre las noticias que escucha y grita un precio bajo. El éxito del inversor está en poder desprender su comportamiento sobre lo que opiné Mr. Market y focalizarse en lo que está realmente sucediendo en su empresa. En otras palabras, la liquidez de las acciones es la causante de que los inversores se focalicen erróneamente en el movimiento de los precios.
“For most investors, 99% of good investing is doing nothing, the other 1% is how you behave when the world is going crazy.“4
Morgan Housel
Ec. Manuel Bordaberry
mbordaberry@paullier.com
“Estar invertido en forma continua es duro, un mal mes se siente más largo que una buena década” ↩︎
“Hay dos tipos de pronosticadores: los que no saben, y los que no saben que no saben.” ↩︎
“El mercado accionario es el único lugar donde, cuando hay ofertas todo el mundo sale corriendo” ↩︎
“Para la mayor parte de los inversores 99% de una buena inversión consiste en no hacer nada; el otro 1% es cómo te comportas cuando el mundo se vuelve loco.” ↩︎
Durante varias décadas la diversificación de un portafolio a través de la estrategia 60/401 ha resultado óptima para generar resultados saludables con un bajo nivel de volatilidad. Sin embargo, en un mundo multipolar, dónde crece a pasos agigantados el uso de la inteligencia artificial y de energías renovables, con una población que vivirá cada vez más tiempo, es pertinente revisar la eficacia de dicha estrategia hacia adelante.
La diversificación es un concepto clave en el mundo de las inversiones, y se define como la técnica de asignación de activos en distintos productos buscando minimizar el riesgo total del portafolio. Para que la misma sea efectiva, existen diferentes estrategias que apuntan a equilibrar el rendimiento objetivo con el riesgo que se está dispuesto a asumir.
Una de las más populares es el portafolio 60/40, atribuido al Premio Nobel Harry Markowitz como parte de su disertación sobre la teoría moderna de asignación de carteras en 1952. Consiste en asignar el 60% de las inversiones a acciones y el 40% a renta fija, como bonos o fondos de inversión de bajo riesgo.
Las acciones ofrecen la oportunidad de obtener altos rendimientos, mientras que los bonos pueden compensar la volatilidad con su estabilidad.
Hasta la llegada del COVID 19 los fundamentos de la estrategia 60/40 eran muy sólidos, pero un recorte agresivo de tasas de interés en todo el mundo sumado al aumento de gasto realizado por los gobiernos para mantener a flote sus economías durante los años de pandemia, generó una presión inflacionaria insostenible, que 2 años después produjo la suba de tasas de interés, en un escenario de política fiscal aún laxo. En este contexto la renta fija llegó a sus mínimos en décadas dejando de compensar la caída del mercado accionario. A partir de entonces y durante los años 2022 y 2023 diversos analistas del mercado pusieron en duda la vigencia de la estrategia 60/40 para el futuro.
En el 2024, en un escenario de tasas de interés más estable y con la inflación más controlada, los inversores volvieron a mostrar interés por la estrategia 60/40, destacando algunos puntos a tener en cuenta al aplicarla:
En el largo plazo su eficacia depende de la relación entre crecimiento económico e inflación. Estas medidas son afectadas por la IA, las energías renovables, un mundo cada vez más polarizado y una población más longeva.
La tecnología puede actuar como shock en la oferta, impulsando el crecimiento y bajando la inflación en el corto plazo.
Las energías renovables podrían bajar los costos energéticos y mejorar la productividad, generando crecimiento sin aumentar la inflación.
La idea de incorporar activos alternativos a la cartera viene creciendo en los últimos años, dando un paso más hacia la diversificación.
En este contexto aparece una nueva estrategia de inversión balanceada con los porcentajes 40/30/30, que recomienda un 40% en acciones, 30% en renta fija y 30% en activos alternativos como crédito privado o real estate.
En conclusión, la famosa estrategia 60/40, enfrenta un futuro desafiante en un mundo en constante transformación. Si bien el interés por esta estrategia ha resurgido en un contexto de mayor estabilidad económica, su eficacia dependerá de cómo evolucione la relación entre crecimiento e inflación en el largo plazo.
Por otro lado, el surgimiento de estrategias más diversificadas, como el portafolio 40/30/30, refleja la necesidad de adaptarse a las nuevas realidades del mercado, incorporando activos alternativos para mitigar la volatilidad y buscar retornos competitivos.
En este contexto, la diversificación sigue siendo clave, pero deberá ser entendida y aplicada con una mirada más amplia y flexible para enfrentar los retos y aprovechar las oportunidades del futuro.
“La diversificación es la única estrategia gratuita que existe.” Harry Markowitz
Cra. Elisa Chiarino
Banca Privada
echiarino@paullier.com
Según la teoría, invertir 60% en acciones y 40% en bonos permite equilibrar el portafolio frente a la volatilidad del mercado, aprovechando la baja correlación entre acciones (activo con mayor rentabilidad y mayor riesgo) y bonos (activos con mayor estabilidad, menor riesgo y menor retorno). ↩︎