Templanza: Ese valioso activo que no cotiza.

Noviembre, 2025

Por momentos pareciera que el mercado amplifica las emociones humanas. Conflictos geopolíticos, inflación o cambios en las tasas de interés pueden disparar movimientos bruscos e inexplicables, tanto en precios como en decisiones.

En estos escenarios suelen resurgir estrategias de compra de acciones defensivas, se destaca el SPY como referencia del mercado y, sobre todo, cobra relevancia la importancia de conocer la psicología del inversor.

¿Estabilidad en medio de la incertidumbre?

Acciones defensivas

Las acciones defensivas suponen ser empresas que mantienen su demanda sin importar demasiado el ciclo económico. Fabrican o distribuyen bienes de consumo básico, higiene, salud o alimentos, sectores que suelen resistir mejor las recesiones. Ejemplos típicos incluyen grandes multinacionales como Coca-Cola, Unilever, Nestlé o Danone, seguramente como consumidor todas te resuenen. Son compañías reconocidas por sus flujos de ingresos previsibles, dividendos regulares y menor volatilidad frente al mercado general. Aunque sus rendimientos en épocas de expansión son más modestos, funcionan como ancla en entornos de incertidumbre y ayudan a suavizar la volatilidad general del portafolio.

El S&P 500 como diversificador.

Existe un fondo que replica el índice más seguido del mundo: el SPY (SPDR S&P 500 ETF). A través de su metodología, mantiene una exposición constante a las 500 empresas más grandes de Estados Unidos, sin importar el sector que predomine en cada ciclo. Esto lo convierte no solo en una herramienta para capturar el rendimiento promedio del mercado, sino también en una solución que permite participar de un amplio pool de empresas sin necesidad de estar pendiente de su evolución individual: por definición seguirá la tendencia dominante, adaptándose a los cambios de la economía.

 En tiempos de estabilidad refleja optimismo; en crisis actúa como referencia de liquidez y termómetro de aversión al riesgo. Combinado con una porción de activos defensivos, permite mantener equilibrio entre crecimiento y preservación de valor.

Haciendo inversiones recurrentes en un índice como el S&P 500, un inversor no profesional puede acceder a una diversificación de empresas y de timing, a un muy bajo costo.

Psicología del inversor: ¿Cómo usar la razón frente a la reacción?

“Nada en la vida es tan importante como crees que es mientras piensas en ello.” – Daniel Kahneman.

Cuando el ruido de los mercados se vuelve constante, el mayor riesgo no está en los activos sino en las decisiones del inversor. La historia demuestra que las reacciones impulsivas, como vender en pánico, sobrerreaccionar a titulares o buscar refugio tardío, erosionan más patrimonio que la propia volatilidad.

A eso se suma un fenómeno cada vez más visible: el FOMO (fear of missing out, o miedo a quedarse afuera). Parafraseando a Morgan Housel, una de las habilidades más importantes para invertir es justamente la capacidad de evitar el FOMO. Esa ansiedad por no perder una oportunidad suele llevar a decisiones poco racionales, guiadas por la urgencia más que por la estrategia. 

El desafío está en reconocer cuándo una decisión nace del análisis y cuándo del impulso, y lograr que la disciplina y la consistencia superen la tentación de anticipar cada giro del mercado. En este sentido, la gestión emocional es tan importante, o incluso más, que la selección de activos, para llegar al éxito en el largo plazo.

Combinar todos estos enfoques.

No existe una única receta. Algunos inversores utilizan las acciones defensivas como núcleo estable y complementan con instrumentos amplios como el SPY para capturar crecimiento global. Otros prefieren mantener una base indexada y ajustar la proporción de sectores defensivos según el contexto. Lo esencial es entender que el punto de equilibrio entre riesgo y resiliencia es dinámico. Las estrategias deben adaptarse sin perder coherencia con los objetivos de largo plazo. La clave no está en adivinar el próximo movimiento, sino en diseñar una estructura capaz de tolerar los inevitables vaivenes del mercado.

Ya hemos utilizado esta idea en otros artículos, pero no nos cansamos de ella: en The Psychology of Money, Morgan Housel cita una frase que atribuye a Napoleón: “El genio militar es el hombre capaz de hacer lo promedio cuando todos los que lo rodean están volviéndose locos”. Esta reflexión ilustra con claridad que en tiempos de incertidumbre, decidir con calma es sinónimo de resistencia. Como muestra el gráfico, siempre habrá motivos para vender.

Mantener la calma debe ser nuestra ventaja competitiva.

La combinación de activos amplios y defensivos, junto con el control emocional, forma el escudo más sólido frente al ruido. La educación financiera, tener convicción en lo que se tiene y entender el por qué, transforma la volatilidad en oportunidad.

Al final podemos concluir que son los mercados quienes cambian todo el tiempo. La estabilidad no estará nunca en ellos, sino en la templanza con que elegimos atravesarlos.

Andrea Sanguinetti

asanguinetti@paullier.com

Bear Markets en Perspectiva

7 abril, 2025.

En el mundo de inversiones se habla de los “Bull Markets” y “Bear Markets” cuando hay un movimiento de más de 20%. La analogía es que cuando un toro ataca lo hace levantando sus cuernos hacia arriba, en cambio cuando un oso lo hace utiliza sus garras hacia abajo.

Hoy parece que estamos más cerca de un Bear Market en el S&P 500, en parte como consecuencia de las tarifas arancelarias anunciadas la semana pasada. Las acciones en Japón, China y US Small Caps, ya entraron en un Bear Market. Es un momento en el cual es normal que los inversores se preocupen por sus inversiones en renta variable.

Creo que también es un buen momento para poner los Bear Markets en perspectiva.

Desde 1966, el S&P 500 ha tenido 12 Bull Markets y 12 Bear Markets, pero el 80.2% del tiempo estuvo en un Bull Market y el restante 19.8% en Bear Market. En los Bull Markets, el índice ha logrado un rendimiento anualizado de +21.2% por año. En cambio, en los Bear Markets ha caído -35.5% por año.

Es decir, los Bull Markets son lentos y largos, los Bear Markets son rápidos y cortos.

“Compounding is hard because a bad month can feel longer than a good decade.”1 — Morgan Housel

Históricamente, una caída de -5% ocurre todos los años, en promedio. Una de -10% cada 1.5 años, una de -15% cada 2.5 años y una de -20% cada 4 años.

Cada Bear Market tiene sus propias particularidades, causantes y entorno macroeconómico, político y social. Ejemplos en este siglo:

2000-2002: Burbuja de las PuntoCom
2007-2009: Crisis Financiera Global
2011: Crisis de Deuda en Europa*
2018: Guerra Comercial y Riesgo de Suba de Tasas*
2020: COVID-19

* Las caídas fueron de -19.4% y -19.8% con lo cual no fueron “oficialmente” Bear Markets.

Si sabemos que son comunes, entonces ¿salir antes es la solución?

El problema es que es muy dificil anticiparse a un Bear Market. El riesgo es justamente lo que no vemos, con lo cual es muy dificil de pronosticar que moverá al mercado en el corto plazo. Como dijo el economista canadiense John Kenneth Galbraith: “There are two kinds of forecasters: those who don’t know, and those who don’t know they don’t know.”2

Pero imaginemos que si podemos anticiparnos y vendemos nuestras inversiones antes de la caída, ¿Cuándo volvemos a comprar?

El 78% de los mejores días del S&P 500 ocurren durante un Bear Market o justo después de uno. Es decir, si intentamos esquivar los peores días del mercado, seguramente nos perdamos los mejores también.

Entonces, ¿Qué podemos hacer?

Debemos tener claro nuestro objetivo. Si estamos invertidos en acciones públicas, nuestro foco debe ser el mismo que si invertimos en acciones privadas; el largo plazo.

De la misma manera que no comprarías un campo productivo porque esperas que las lluvias serán buenas el siguiente año. Lo comprarías sabiendo que tendrás malas temporadas y aceptarías el hecho de no poder anticiparlo.

Debemos evitar las decisiones emocionales. Algo que ayuda es pensar en la volatilidad como el precio de corto plazo que debemos pagar para obtener los resultados en el largo plazo.

No podemos controlar cuándo y cómo serán los Bear Markets, pero sí podemos controlar cómo aprovechar la oportunidad. ¿Por qué una oportunidad?

La mayoría de las personas que invierten en acciones son ahorradores netos. Es decir, son inversores que seguramente estén en una etapa de sus vidas que están aportando fondos para invertir. Contraintuitivamente, debería desear que el mercado caiga para así comprar a menores precios.

Hay una frase conocida en Wall Street que dice que “The stock market is the only place things go on sale and everyone runs out of the store screaming.”3

Cada caída del mercado en el pasado parece hoy una oportunidad, pero cada caída futura parece un riesgo. La caída del 2020 con el COVID la vemos hoy como una gran oportunidad de inversión, pero la caída de hoy por las tarifas arancelarias la vemos como un riesgo.

De todas formas, si no lo tomamos como una oportunidad para invertir, por lo menos lo podemos tomar como una oportunidad para realmente saber nuestra tolerancia al riesgo.

Muchos inversores creen tener una tolerancia al riesgo y a la volatilidad, pero es en las caídas del mercado donde realmente encuentran su nivel apropiado. Tal vez, los Bear Markets son los momentos para revisar que tan diversificadas están nuestras inversiones y que exposición queremos realmente tener a las partes más impredecibles del portafolio.



For most investors, 99% of good investing is doing nothing, the other 1% is how you behave when the world is going crazy.4

Morgan Housel

Ec. Manuel Bordaberry

mbordaberry@paullier.com

  1. “Estar invertido en forma continua es duro, un mal mes se siente más largo que una buena década” ↩︎
  2. “Hay dos tipos de pronosticadores: los que no saben, y los que no saben que no saben.” ↩︎
  3. “El mercado accionario es el único lugar donde, cuando hay ofertas todo el mundo sale corriendo” ↩︎
  4. “Para la mayor parte de los inversores 99% de una buena inversión consiste en no hacer nada; el otro 1% es cómo te comportas cuando el mundo se vuelve loco.” ↩︎

De la Intuición a la Estrategia: Entendiendo las Decisiones Financieras.

27 de agosto, 2024.

Tomar una decisión implica seleccionar una opción entre varias alternativas para resolver una situación. Aunque enfrentamos en promedio unas 35.000 decisiones al día, alrededor del 99%, son automáticas1, lo que significa que solo el 1% de las decisiones las tomamos de manera consciente y deliberada.

Existen numerosas teorías que descomponen el proceso de toma de decisiones en pasos específicos. Sin embargo, al aplicar la neurociencia a estos estudios, se ha revelado que las emociones juegan un papel crucial en nuestras elecciones.

Por un lado, nuestras decisiones están influidas por sesgos cognitivos, que se desarrollan a partir de nuestra cultura y educación. Por otro lado, las experiencias personales también moldean nuestra manera de actuar. Además, factores emocionales como el estrés o la euforia pueden tener un impacto significativo en el proceso de toma de decisiones.

Entender la psicología humana que actúa en el proceso de toma de decisiones es un área de estudio que está subestimada y representa ventajas exclusivas para aquellos inversores más racionales. 

El Premio Nobel Daniel Kahneman (1934 – 2024) describe dos modos de pensamiento que denomina “Sistema 1” y “Sistema 2”. El primero es rápido, automático e intuitivo, operando prácticamente sin esfuerzo consciente. Se activa cuando se requiere una decisión inmediata y se basa principalmente en la experiencia de la persona. En contraste, el sistema 2 es lento, consciente y deliberado y se usa para procesos más complejos de decisión, que requieran razonamiento y reflexión.

The automatic operations of System 1 generate surprisingly complex patterns of ideas, but only the slower System 2 can construct thoughts in an orderly series of steps.2

– Daniel Kahneman in Thinking, Fast and Slow

En el ámbito financiero las decisiones pueden ir desde como invertir los ahorros personales o empresariales hasta la elección de formas de pago de las deudas, haciendo que la toma de decisiones adquiera impacto significativo en el bienestar financiero.

Alrededor de una decisión, se encuentran factores que están dentro y fuera de nuestro control. Como afirma Barry Ritholtz, es importante centrarse en aquellos que sí podemos manejar, considerando nuestros objetivos y recursos disponibles.

Cuatro aspectos concretos en los que podemos centrarnos:

  • METAS Y OBJETIVOS FINANCIEROS
    Es importante tener claros los objetivos de corto y largo plazo que tenemos, para evaluar si una decisión nos acerca o aleja de los mismos.

  • PRESUPUESTO Y FLUJO DE EFECTIVO
    Es fundamental visualizar esto para la correcta toma de decisiones. Debemos saber el dinero que tenemos disponible y nuestras necesidades, para que los flujos estén alineados.

  • RIESGO Y RECOMPENSA
    Debemos preguntarnos ¿Qué nivel de riesgo que estamos dispuestos a asumir para una determinada recompensa?

  • INVESTIGAR E INFORMARNOS
    Investigar y educarnos sobre las diferentes opciones disponibles es clave. Esto nos permitirá tomar decisiones fundamentadas y evitar errores que podrían terminar siendo muy costosos.

Las decisiones financieras son un componente crítico en la construcción de una base económica sólida y en la consecución de objetivos financieros. Ya sea a nivel personal o empresarial, una toma de decisiones bien fundamentada y estratégica puede marcar la diferencia entre el éxito y el fracaso. Invertir tiempo en la educación financiera, buscar asesoramiento profesional y mantener una perspectiva de largo plazo son pasos fundamentales para asegurar que las decisiones financieras contribuyan positivamente al bienestar y crecimiento económico.

“I insist on a lot of time being spent, almost every day, to just sit and think. (…) I read and think. So I do more reading and thinking, and make less impulse decisions than most people in business.”3

Warren Buffett

Cra. Elisa Chiarino

echiarino@paullier.com

  1. Según un estudio realizado por la consultora Lightspeed Research a pedido de Huawei en 2018. ↩︎
  2. Las operaciones automáticas del Sistema 1 generan patrones de ideas sorprendentemente complejos, pero solo el más lento Sistema 2 puede construir pensamientos en una serie ordenada de pasos. “Pensar rapido, pensar despacio” Daniel Kahneman. ↩︎
  3. “Insisto en dedicar mucho tiempo casi todos los días, solo para sentarme y pensar. (…) Leo y pienso. Así que leo y pienso más, y tomo menos decisiones impulsivas que la mayoría de las personas en los negocios.” ↩︎

ROGER FEDERER: perder para ganar

8 de julio, 2024.

Hace poco Roger Federer dio un discurso en la graduación de Dartmouth College en el cual mencionó un dato muy interesante. En 1.526 partidos jugados, Federer ganó casi el 80% de los partidos. Sin embargo, el porcentaje de puntos ganados fue solamente el 54%.

La enseñanza que transmitió fue que la perfección es imposible y que los mejores del mundo, en cualquier ámbito, no son los mejores porque ganan siempre sino porque saben que perderán muy seguido y han aprendido a lidiar con esta realidad.

Tener esta mentalidad no es para nada fácil. Daniel Kahneman, psicólogo y economista ganador de un premio Nobel, argumenta que el ser humano es más sensible a las pérdidas que a las ganancias; el dolor psicológico de perder es cerca del doble que el placer de una ganancia de igual magnitud.

Esto pone al inversor en un dilema, ya que necesitamos perder para ganar, ¿por qué?

El S&P 500 ha tenido un rendimiento histórico anualizado cercano al 10%. Al mismo tiempo, en promedio, ha caído 10% una vez al año, 15% cada dos, 20% cada cuatro y 30% cada diez años. Por ende, para obtener los frutos de largo plazo de esta inversión un inversor debió de soportar estas pérdidas temporales.

Curiosamente, el resultado diario del S&P 500 ha sido positivo el 52.4% de los días, históricamente, pero ha sido positivo el 80% de los años, tal cual los números de Federer:

Cuando vemos dentro del S&P 500, aparece otra característica. Entre 1980 y 2014 el 40% de las acciones del S&P 500 perdieron valor, el 64% no superó la rentabilidad promedio del índice y solo el 7% de las empresas explicó casi la totalidad del resultado del S&P 500. O sea, si vemos dentro del índice vemos en su mayoría perdedores, por más que el resultado del índice haya sido muy bueno. Este año es un ejemplo de esta característica.

Por otro lado, los portafolios de inversión se estructuran de tal manera que los activos agreguen diversificación. Es decir, se buscan agregar activos que además de dar retornos positivos, no tengan correlación entre sí. Esto quiere decir que cuando algunas inversiones andan bien, tal vez las otras no, o por lo menos no respecto a las otras.

Soportar estas pérdidas temporales, o relativas a otras inversiones, es necesario para ganar.

Entonces, ¿qué podemos hacer? Algunas ideas.

(1)  RECONOCER LAS CARACTERÍSTICAS DE LOS MERCADOS FINANCIEROS.

Un primer paso es reconocer cómo funcionan los mercados financieros y aceptar que perder es una característica. De esta forma, podemos anticiparnos y no sorprendernos cuando estas pérdidas ocurran en el futuro.
Por otro lado, es importante entender la diferencia entre perder en el corto plazo y en el largo plazo; volatilidad no es lo mismo que riesgo. 

Las acciones son riesgosas en el corto plazo, ya que su volatilidad impredecible hace que si precisamos liquidar nuestras inversiones tal vez no sea un buen momento y nos veamos perjudicados. Sin embargo, para un inversor con objetivos de largo plazo el riesgo es justamente no tener exposición al mercado accionario:

(2) LA CONSISTENCIA ES MÁS IMPORTANTE QUE LA PERFECCIÓN.

La gestora Pimco tiene un término llamado “Strategic Mediocrity”, la cual significa que nunca son el número uno en un año en particular, pero sobreviven más tiempo que el resto con lo cual eventualmente terminan primeros. La consistencia es más importante que intentar ser el mejor.

Cada año escuchamos de las inversiones que están de moda; las que están teniendo un buen retorno en el año y las cuales vemos en las noticias. Perseguir cada año esas inversiones es difícil, ya que precisamos tener un buen timing de entrada y de salida. Lo único seguro es que aumentan nuestros costos de transacción.

Como resume Ben Carlson “una buena estrategia de inversión que podemos mantener por mucho tiempo, es muy superior a una brillante, que no podemos mantener. La perfección es el enemigo del comportamiento del inversor”

 (3) EL TAMAÑO DE CADA INVERSIÓN ES CLAVE.

 Stanley Duckenmiller dice que no importa si ganas o perdés, sino cuánto es que ganas y cuanto es que perdes en cada caso. Por esta razón, tiene sentido prestar mucha atención al tamaño y exposición de cada posición dentro del portafolio.

Si el 1% de nuestro portafolio estuvo invertido en Netflix durante los últimos 20 años, las ganancias son sustanciales. Si el 1% estaba en Blockbuster, es irrelevante.

“La naturaleza humana hace que a muchas personas les resulte difícil aceptar que un ingrediente esencial del éxito de las inversiones es estar dispuesto a aceptar algunas pérdidas.”

Howard Marks
Roger Federer, Dartmouth College. 9 de Junio 2024.

Ec. Manuel Bordaberry

mbordaberry@paullier.com

El poder de No hacer nada.

8 de agosto, 2023.

Creo que el inversor ideal debería tener varias cualidades. Por un lado, contar con un conocimiento básico de matemática, estadística y probabilidad. También conocer sobre la historia y sobre cómo funciona el mundo de hoy en día. Además, entender sobre los mercados financieros y sobre los distintos retornos y riesgos asociados a cada clase de activo.

Pero por otro lado -y seguramente la cualidad más importante-, necesita dominar su propio comportamiento; saber manejar las emociones. Peter Lynch una vez comentó que “al final del día, no es el mercado de valores y ni siquiera las propias empresas las que determinan el destino de un inversor; es el inversor.”

Seguramente estemos en el mejor momento en la historia para ser un inversor individual. Gracias a los avances de la industria financiera, hoy se ha democratizado el acceso a las inversiones, se han incrementado la cantidad de productos disponibles y los costos han disminuido dramáticamente. A su vez, el acceso a la información está al alcance de la mano. Pero esta facilidad de inversión es un arma de doble filo.

En un mundo donde hay abundancia de información, infinitas alternativas de inversión y donde es muy fácil transaccionar, lo más importante es lograr separar el ruido y las emociones para tomar buenas decisiones de inversión. ¿Pero cómo? Tal vez, dominando el sesgo de acción.

Encontramos una buena comparación en los goleros de fútbol.
Un estudio publicado en la Revista de Psicología Economica (2007), muestra como a pesar de que tienen más probabilidad de atajar un penal si se quedan quietos en el centro, en el 94% de los casos no lo hacen, ya que están incentivados a actuar.
Pueden leer más aquí

El sesgo de acción es la presión emocional de “hacer algo” frente a hechos relevantes. Con la abundancia y velocidad de la información, la realidad es que caemos en la trampa de que está pasando algo relevante todos los días y por ende, “debemos actuar”. Como las inversiones generalmente tienen precios diarios o en tiempo real, los movimientos de los activos pueden presionarnos a actuar. Esto no sucede con activos privados donde no hay una cotización todos los días, como una empresa privada o un inmueble.

Es muy difícil evitar este sesgo, ya que no hacer nada es contraintuitivo. En muchas áreas te premian por actuar, pero no en el mundo de inversiones. Si querés mejorar tu estado físico, tenés que moverte. Si querés mejorar en un deporte o instrumento musical, tenés que practicar. Pero si querés mejorar como inversor seguramente lo mejor es no hacer nada

Este slogan resume la idea en pocas palabras.

*Tomado de FUNDSMITH, una gestora de fondos de inversión del Reino Unido enfocada en acciones.

Un tipo de sesgo de acción es el FOMO (por sus siglas en inglés “Fear Of Missing Out”). Esto es cuando tomamos decisiones emocionales, sobrevalorando el potencial de una nueva idea de inversión, y muchas veces pagando un precio más alto para no “quedarnos afuera”.

En un mundo en el cual las nuevas ideas de inversión son compartidas rápidamente, como la inteligencia artificial o las criptomonedas, no tener miedo de perderse de una inversión es muy importante. Esto es más difícil de lograr cuando escuchamos cuentos de como otros inversores están ganando mucho con alguna inversión puntual, y no nos queremos quedar afuera de la oportunidad. 

Algo que puede ayudar es tener claro nuestro objetivo. Una acción puede estar apreciándose exponencialmente, pero el mercado accionario es una misma cancha donde juegan distintos tipos de jugadores. Tal vez los compradores de esta acción tengan un horizonte de inversión de corto plazo. Lo importante es tener claro nuestro propio horizonte de inversión, y no confundir señales de otros jugadores del mercado que capaz tienen un horizonte distinto al nuestro. Tener un plan y automatizar nuestras inversiones puede ayudar tambien.

Una buena inversión no se trata necesariamente de tomar buenas decisiones.
Se trata de no cometer errores constantemente.

Morgan Housel

Tener paciencia y resistirnos a la tentación de tomar acciones innecesarias no significa no actuar nunca. Warren Buffett, es un buen ejemplo. Hay una buena comparación que dijo una vez, que invertir es como un partido de béisbol en el cual no te penalizan por quedarte quieto si la pelota no viene directo al bate; donde podes esperar la oportunidad. Buffett es conocido por pensar, analizar y comparar inversiones por mucho tiempo, pero cuando encuentra una inversión donde cree que tiene las chances a su favor, invierte decididamente: las oportunidades vienen infrecuentemente. Cuando llueve oro, saca el balde, no el colador.

La industria financiera se ha transformado en un arma de doble filo, en el cual si logramos controlar nuestras emociones, es el mundo ideal de inversión.

“(El Mercado) no te paga por la actividad, solo te paga por tener razón.”

Warren Buffett

Manuel Bordaberry

mbordaberry@paullier.com